Sofía Sandoval
ssandoval@lmneuquen.com.ar
El sol no aparece en la mañana del sábado para entibiar el pasto en el predio de la Asociación de Futbol de Veteranos de Neuquén (Afuven), donde 16 equipos de mujeres compiten en un torneo municipal de la disciplina. Lo que sí está presente es la garra, el compañerismo y el juego limpio, en un evento que demuestra lo fuerte que pisa el fútbol femenino en la ciudad.
Camila descansa junto al resto de las jugadoras de Las Auténticas, de Confluencia, que no paran de intercambiar bromas y profusas carcajadas luego de haberse impuesto por 8 a 1 a su rival. Con humildad, aseguran que no fue tanto una proeza sino una suerte de desnivel en el enfrentamiento con chicas menos preparadas.
“El fútbol me libera”, asegura Camila, que tiene el rostro lleno de lunares y el pelo ya desarreglado por las corridas en la cancha. Mientras habla, mira el partido que sigue y aclara que la observación es fundamental para aprender.
Pero jugar bien al fútbol no se reduce a conocer algunas tácticas tras ver partidos por televisión. Para Camila y sus compañeras demanda entrenamientos tres veces a la semana que incluyen trote, abdominales, sentadillas y una práctica de fútbol reducido donde veinte jugadoras se apiñan en un cuadrado de seis por seis.
“Un, dos, tres, Conflu, Conflu, Conflu”, gritan las chicas mientras forman un círculo y agolpan las doce manos, unas sobre otras, en un ritual con su entrenadora que las motiva para salir y dejar todo en la cancha, como hicieron esta vez.
Mientras tanto, la pelota rueda en la misma cancha pero movilizada por otros botines: los de Atlético Neuquén y Deportivo Neuquén, que enfrentan las camisetas rojas con las azules en un duelo que las chicas de Atlético ganan por 1 a 0.
“¡Jueguen, jueguen!”, grita el árbitro, mientras las jugadoras eligen quién va a sacar. Tras un golpe seco contra el cuero, el balón ya vuela en el aire, hasta que una delantera de Atlético lo para de pecho y hace un pase rápido a otra compañera, que avanza hasta el área por el lateral derecho. En un último dejo de aliento, la joven propina una fuerte patada y cae rendida sobre el pasto, desde donde observa la pericia de la arquera, que pone fin a la ilusión del segundo gol.
Al verla sobre el suelo, una rival se apura a tenderle un brazo amistoso para que la chica se levante y pueda continuar el partido, en un enfrentamiento cordial donde prima el juego limpio de cientos de jugadoras que usan el torneo para divertirse y desconectarse de las cuestiones cotidianas de la semana.
“Si no tenés otra cosa que hacer, te volvés loco”, dice Lorena, que es ingeniera en petróleo y usa el fútbol como una válvula de escape a la presión del trabajo en los pozos.
Aunque su grupo suele jugar al fútbol 5, para esta ocasión se fusionaron con otro equipo y crearon Acalambrate, una formación que hizo ayer sus primeras gambetas en las canchas de Afuven.
Para Lorena, el auge del fútbol femenino es un fenómeno innegable. “Cada vez que vas a un complejo, al menos una de las canchas la están usando los equipos de chicas; los varones las ven y no entienden nada”, apunta la jugadora, y aclara que cada día se forman más escuelas para mujeres, ya que muchas de las adultas que practican este deporte hoy dieron sus primeros pasos en escuelitas masculinas.
Las chicas aprovechan los uniformes para darles un toque de distinción a los encuentros. Complementan la obligatoria camiseta con medias fucsia, violeta o fluor que les trepan hasta las rodillas, se peinan con originales trenzas cosidas y algunas, como las de Unión Deportiva Senillosa, optan por las casacas rosadas y un botín con taco aguja como escudo.
Pero nunca descuidan el fútbol, por lo que llenan cada jugada de una entrega incomparable. “Qué bien que juega la siete”, murmura el juez de línea con su banderín en mano, para confirmar que el fútbol femenino en Neuquén ya es una cosa seria.
8 de marzo finalizará el Torneo de la Mujer con la entrega de premios.
“Es nuestra primera experiencia con un torneo de fútbol 11, pero la Municipalidad organiza todo el año torneos de fútbol 8. En 2016 participaron en total 32 equipos”. Alberto Livello. Director Eventos Subsecretaría de Deportes de la Municipalidad
Jugadoras, trabajadoras y mamás
En su primera edición, el torneo municipal englobó a 16 equipos de jugadoras de entre 16 y 50 años, que se dedican al deporte como un pasatiempo. Por lo tanto, todas combinan los entrenamientos y los campeonatos con otras actividades, como el estudio, el trabajo y la maternidad.
Claudia juega hace varios años en Las Termitas, un equipo de Plottier, y aprovecha el entretiempo para darle la mamadera a Samuel, su bebé de 4 meses, quien queda al cuidado de su papá cada vez que la pelota empieza a rodar.
“Tuve que pedir permiso en el trabajo para acompañarla”, explica Antonio, el esposo de Claudia, quien cuida del bebé y de la hija mayor de la pareja mientras la mujer deja todo en la cancha. El hombre también queda a cargo de la familia dos veces por semana, cuando ella tiene que entrenar con el equipo.
Para Antonio no es raro formar una pareja futbolera. Claudia mira con él los partidos de Boca y lo entiende cuando él sale de casa para jugar un picadito con amigos en alguna cancha alquilada. Sin embargo, es ella la única que entrena fuerte y viaja por la provincia para competir.
El fútbol femenino ya pisa con garra en la ciudad
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